Dra Amy Bethel Peralta
Cuando hablamos de experimentación con animales (no humanos), la gran mayoría de las personas afirma estar contra de la experimentación cosmética; algunos más vemos también innecesaria la investigación con fines psicológicos, en la cual se les expone a diferentes tipos de estrés para descubrir que también son capaces de sentir ansiedad, angustia, tristeza y hasta pérdida de instintos básicos como la supervivencia.
Pero es diferente cuando hablamos de experimentación en el área de la salud (física), ya que con frecuencia muchos opinan que en la medicina moderna, desafortunadamente, “no hay alternativas”, a pesar de que desde hace varios años se ha discutido que la experimentación con animales tiene las siguientes limitaciones:
- Es una técnica con 10% de efectividad; es decir, 9 de cada 10 fármacos que pasan a la fase 1 fracasan.
- Es el tipo de experimentación de mayor riesgo biológico, de acuerdo con la clasificación de la OMS.
- Adicionalmente, comparado con otras tecnologías y evaluando la poca efectividad, es más costosa.
- Causa fatiga emocional en quienes sacrifican a lxs animales.
- Aunque teóricamente todos los experimentos pasan por un comité de bioética, sigue siendo éticamente cuestionable usar a otros seres sintientes y la falta de un consentimiento informado.
Este último punto es relevante, sobre todo en la actualidad, ya que incluso si la experimentación con animales fuera necesaria, antes de iniciar una experimentación debemos cuestionarnos si es ética y, aunque en teoría la ética es más importante que cualquier conocimiento, esto desafortunadamente no aplica para todas las especies.
Por último, a finales del 2023 (a mi parecer muy tarde) una autoridad como lo es la FDA, para el desarrollo de nuevos fármacos, eliminó la necesidad de experimentación en animales antes de ser probado con humanos, argumentando que es ineficiente y costosa. Además, agregaron que las alternativas autorizadas para estos son: organ-chips y modelos computacionales; sin embargo, también mencionaron que “cada farmacéutica decidirá qué métodos utilizar”.
Lastimosamente, a pesar de todas las limitantes antes mencionadas y a la apertura reciente de las autoridades reguladoras, la gran mayoría de la comunidad científica continúa usando el dogma de “así debe ser”, justificando que se sigan usando técnicas arcaicas para la investigación, en contra el pensamiento crítico obligatorio en todo científico.
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