Durante mucho tiempo se creyó que los humanos éramos los únicos animales que teníamos consciencia, es decir, la capacidad de un individuo de saberse en el mundo y tener percepción de él, pero la ciencia ha demostrado que los demás animales también poseen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos de los estados de consciencia. Por ejemplo, los elefantes, los delfines, los simios y los cuervos se pueden reconocer a sí mismos en un espejo.

Además de la consciencia, otra capacidad reconocida científicamente en los demás animales es la sintiencia, o sea, la capacidad de tener experiencias positivas y negativas, lo que les permite buscar aquello que les produce placer y alejarse de aquello que les producen dolor. Por ejemplo, buscan dormir en un lugar cómodo y seguro, pero evitan ser lastimados por alguien o algo.

Si los demás animales también son capaces de sufrir y disfrutar al igual que nosotros, ¿no crees que es injusto oponerse al sufrimiento humano pero aceptar y hasta pagar por el sufrimiento de otros animales?

A muchos nos hicieron pensar que era normal explotar animales porque “son menos inteligentes” o “somos más fuertes”. Pero imagínate si esto se aplicara también a otros humanos menos inteligentes o más débiles, por ejemplo un bebé. Sería injusto, ¿verdad?

Además, nos mal educaron para pensar que hay animales para amar y cuidar, como los perros y los gatos, y otros animales para ser asesinados y vender sus cuerpos en trozos; cuando en realidad cualquiera de esos animales tiene la misma capacidad de sentir felicidad, dolor, curiosidad, miedo y mucho más. Amar a unos y comerse a otros es una discriminación, pero sobre todo una injusticia.

Seguramente has oído hablar del racismo, el clasismo y el sexismo, sabes que son formas de discriminación debido al color de la piel, la clase sociales o el género, entre otras cosas.

Entonces te será fácil comprender lo que es el especismo: una discriminación basada en la especie, es decir, a quienes no pertenecen a la especie humana se les considera inferiores.

Este concepto nació en 1970 de esta manera: “Especismo significa dañar a otros porque son miembros de otra especie.”

Es importante entender que los humanos también somos animales. Somos una especie más en el reino animal. Nuestra especie es el homo sapiens.

¿Cómo es entonces que podemos justificar nuestra opresión casi total de todas las demás especies?

¿Cómo podemos tratar a los demás animales como simples objetos, como recursos y mercancías?

¿Cómo podemos hacerles lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros o a nuestras familias?

El antropocentrismo es la creencia de que únicamente los humanos tienen valor moral y por lo tanto los intereses de los demás animales están supeditados a los de de los humanos.

¿Por qué surge el antropocentrismo? Por pensar que la humanidad posee una superioridad moral y existencial debido al hecho de razonar y crear cultura, lo que lleva a suponer que los humanos importan más que otras especies.

Pero, espera, ¿adivina quién es el ser más importante de nuestro planeta? No, no es el humano, ¡es la abeja!

Los científicos afirman que las abejas son el animal más importante del planeta, ya que el equilibrio de la vida corre peligro si las poblaciones de abejas continúan disminuyendo.

Así es que aun cuando los humanos puedan construir edificios, escribir libros, componer sinfonías o hacer cirugías a corazón abierto, no son más importantes que ninguna otra especie.

A muchos humanos todavía no les queda claro que los árboles son más importantes que los edificios, porque el antropocentrismo no afecta solo a los animales, sino al propio planeta.

Llegar a creer que el humano está por encima de todo, nos condujo a los problemas ambientales que actualmente enfrentamos.

El antiespecismo es una postura ética que considera a todas las especies como iguales y libres.

En un mundo en el que lo normal es obligar a millones de animales a nacer para luego ser asesinados, el antiespecismo representa una revolución ética.

El antiespecismo aboga por el respeto hacia todas las especies por igual, sin que haya animales para amar y animales para matar.

Recuerda que no hay niguna diferencia entre ellos: si un ser tiene capacidad de sentir, entonces no deberíamos tratar a ese ser como a un recurso.

Llevar a la práctica el antiespecismo significa cambiar nuestra relación abusiva con los animales por una relación de justicia, igualdad y respeto.

Cuando decidimos asumir esta postura ética para dejar de consumir, usar o participar en cualquier forma de explotación animal, empezamos a llevar a la práctica el veganismo.

Fíjate bien en esta descripción de Ana María Aboglio, una abogada especializada en derechos animales:

“Un vegano/a lleva una dieta sin productos animales (carne, huevos, leche, miel), no usa vestimenta o accesorios provenientes de no humanos, no compra animales como ‘mascotas’ o para usarlos como ‘guardia’, no va a espectáculos que usan, encarcelan, exhiben o explotan de cualquier manera a los no humanos, no usa productos con ingredientes animales o probados en animales, no los caza ‘en nombre de’, cualquiera que sea la excusa. Sabe que es tal el grado de utilización que hacemos de los otros animales que es imposible no estar involucrado involuntariamente a veces en alguna forma de daño. Pero lo evita en la medida en que de su opción depende.”

Y no te preocupes, especialistas en nutrición y medicina aseguran que se puede llevar una alimentación 100% vegetal sin problema alguno, no hay ninguna necesidad nutricional que nos obligue a comer a otros animales; por el contrario, se evitan problemas como el colesterol al dejar de comerlos.

Llevar una alimentación vegetal bien equilibrada nos aporta todo lo que necesitamos. Y en México tenemos una enorme y deliciosa variedad de verduras, leguminosas, cereales, frutas, nueces y semillas, para que no te falte nada.

Llegó el momento de decidirte, recuerda que el derecho más importante de cualquier ser vivo es el derecho de ser dueño de su propia vida.

Y si nuestros actos afectan directamente a otros individuos entonces nuestro compromiso moral es hacer lo correcto: ¡dejar de participar en la explotación animal! 

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