¿Porque las personas que se han declarado veganas deciden no serlo más?

Recientemente me encontré con este artículo (https://genv.org/es/por-que-las-personas-veganas-dejan-de-serlo/) en el que varias personas influyentes en diversos ámbitos afirmaban que el veganismo no resultaba completamente viable para sus estilos de vida, por lo que decidieron «abandonarlo». Esto me llevó a reflexionar sobre cuáles son las motivaciones reales del por qué, tras tomar conciencia de la cruel realidad de las industrias de explotación animal, algunas personas optan por volver al consumo y la explotación de los animales.

En este punto, es relevante analizar cómo las personas justifican la explotación de los animales, especialmente cuando esta no enfrenta un cuestionamiento legal o moral directo al ser una práctica socialmente aceptada. En este contexto, cualquier argumento, ya sea basado en la salud, la tradición, las costumbres o incluso el gusto personal, tiende a ser validado. Resulta innegable la existencia de un patrón recurrente de justificación de la superioridad de una especie sobre otras, reflejado históricamente en respaldos a la superioridad de género, raza, edad, entre otros.

Resulta paradójico que, aunque la violencia, el abuso y la esclavitud sean considerados inaceptables en la sociedad actual, la explotación y la matanza de animales se perciban como decisiones personales. Incluso cuando la información sobre lo perjudicial que es no solo para los animales sino también para los ecosistemas y la sociedad en general está disponible, algunas personas siguen considerando que hacer “uso” y “consumo” de los animales es completamente normal, perpetuando así un sistema que parece otorgar más peso a ciertos valores éticos que a otros. Es en este contexto que el veganismo se presenta como una idea de justicia viable, pero su aceptación queda condicionada a la amenaza de esos privilegios arraigados

Por otro lado, la falta de mecanismos tangibles para que los animales proclamen sus derechos es una de las razones fundamentales que sustentan esta dualidad ética. La expresión «es solo un animal» refleja la creencia errónea de que su condición de especie permite su explotación, excluyéndolos del derecho a una vida digna y libre de violencia. Esta perspectiva refleja una profunda conexión entre la conciencia y la urgencia de abogar por que el alcance de los derechos sea parte de todas las formas de vida.

Por tanto, con esta reflexión, les invito a cuestionarnos lo siguiente:

  • Vivir en coherencia con lo que consideramos justo implica cuestionar nuestros privilegios no solo en el discurso, sino también en nuestras acciones diarias.
  • Es esencial reconocer que los animales comparten con nosotros la capacidad de experimentar el sufrimiento y la búsqueda de una vida plena. Abordar estas cuestiones no solo implica un cambio en como percibimos a los demás animales, sino también en la revisión de nuestras prácticas cotidianas y decisiones.
  • Considerar a los animales como cohabitantes de este planeta no es una cuestión de bondad o preferencia que se pueda ejercer a voluntad; es una cuestión de justicia que se fundamenta en el principio de igualdad y equidad.
  • Promover sociedades más justas, menos violentas y más coherentes implica necesariamente avanzar hacia una sociedad más equitativa, donde se respeten los derechos de todos los seres, independientemente de su especie.

Imagen propiedad de: https://genv.org/es/

diciembre 22, 2024
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