SER REBELDE

Ser rebelde lleva la vida entera,

borrarte los privilegios de la piel,

inscribirte en la soledad del desacuerdo,

dejar atrás a los usurpadores.

No hay premio a una rebelde

más allá de poder regar sus flores

en el tiempo que apropia,

salir a dar de comer a las aves

una mañana donde el capital devora,

sonreír con los dientes maltrechos

ante la desventura del desayuno,

ser indigente en la casa que nadie sueña.

Las rebeldes saben

de qué están hechos los premios,

rechazan los mendrugos

que lanza la mano del opresor.

Una rebelde tiene como único premio la vida,

porque de ella nadie se apropia,

en ella nadie la usurpa,

porque es la única tierra propia

de cada rincón donde duerme.

Su rebeldía alcanza siempre

a cobijar el desánimo del progreso

y si de paso una rebelde

tiene la alegría en soledad,

ha vencido al mundo.

Doris Lessing (Londres, 1919-2013)

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