Por Liliana Felipe*
Una adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad, o relación. Se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se involucran factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales. (OMS)
Yo soy una adicta en recuperación. Esto es, que hace unos años me hice responsable de trabajar con mi problema de adicción. La Doctora que me acompañó en este proceso, también adicta en recuperación, me comentó que esta es una condición que nos acompaña de por vida y que debemos aprender a convivir con ella. Sostener en el corazón la convicción de que vale la pena reconocer y “soltar” esa relación dependiente con el alcohol, ha sido la base sobre la que monté mi estrategia. Dediqué mucho tiempo a “re educar mi amígdala” (la del cerebro), a través de revisar mi historia, haciendo el ejercicio de cuestionar, remover, cambiar y desechar todos aquellos aprendizajes que resultaban destructivos, así como a rescatar aquellas experiencias que me conectaban con la vida.
Al principio del proceso me recetaron una pastilla que calmaba mi ansiedad. Vivía aferrada a la pastillita salvavidas, no fuera a ser que por no tomarla todo se fuera al tacho. Pero pasaron los días y cada segundo me iba sintiendo mejor. Claro que nunca faltaba la pregunta que hace que todo pueda derrumbarse: “¿esto es sentirse mejor?”, me preguntaba un chaneque al oído. Pero lo logré. Recuperé mi voluntad, mis ganas de vivir y la tranquilidad de mi pareja.
Cuando dejas de ser esclava o esclavo de una adicción, tienes ánimo y energía mental para reconocer otras dependencias dañinas. Así, al poco tiempo de dejar de tomar alcohol, dejé de comer lo que entonces llamaba “carne” y que ahora reconozco como un pedazo de cadáver, de seres sintientes de otras especies. Lo que empezó como una acción para seguir recuperando mi salud física, muy pronto fue conectándose con la causa de dejar de infligir daño a los demás animales y asumir la filosofía vegana, por lo que dejé de consumir cualquier alimento (huevos, lácteos, miel de abeja), u objeto (prendas de vestir o calzar), que proviniera de su explotación.
A la distancia, me resulta muy interesante entender que mi adicción por el alcohol, era equivalente a la que tenía por la carne y los lácteos. Ahora me atrevo a pensar que esta última es tan dañina, o más, que el consumo de fentanilo u otras drogas. Te mata lentamente. Además, no se trata de sustancias químicas, se trata de otras vidas. Nadie habla de esto como una adicción, porque la mayoría participan en esta práctica social (normalizada) como cómplices o como adictos. Mientras las drogas son estigmatizadas, pero no legalizadas, los productos de origen animal son subsidiados por el Estado y promovidos por las instituciones del patriarcado: familia, iglesia, sistema de salud, medios de comunicación, para continuar con su dominio y explotación.
Así, la extendida idea de que los seres humanos necesitamos comer animales para vivir, forma parte de la continua manipulación del patriarcado. Se trata de eso, de una idea, de una creencia propia de un sistema de dominación, no de una verdad. El biólogo Erick Estrada señala: “La especie humana es herbívora. Si fuera omnívora, viviría saludable comiendo lácteos, huevo y todo tipo de carnes, pero no es así, por el contrario, esos alimentos son la causa de que más del 90% de los humanos viva enfermo, principalmente por el colesterol, el cual se suma al que produce el hígado humano”.
Por eso me cuesta mucho trabajo entender que quienes están luchando desde diferentes trincheras por un mundo mejor, en especial las mujeres que enarbolan las banderas de los diversos feminismos, no hagan esta conexión de la que hablo. Liberar de la opresión a las mujeres humanas, no puede estar asociado con el hecho de convertirnos en opresoras de otras especies, justificando, invisibilizando y negándole importancia, a su atroz sufrimiento.
Hace poco una mujer de izquierda, muy preparada, joven, inteligente, crítica, me dijo que, en el Proyecto de Nación recientemente elaborado, no habían incluido el tema del respeto hacia los derechos de los animales, porque en él sólo habían incluido los temas “urgentes”. Me quedé sin habla. No atiné a contestar nada en ese momento. Me gustaría tener la capacidad de comunicarle a esta comprometida mujer, que si hay algo verdaderamente urgente es luchar por la liberación de todas las especies y en particular por las hembras de cualquier especie.
A estas alturas de mi vida, nada deseo más, que comunicar la urgencia de trabajar por ser libres de cualquier adicción. En particular, dejar de consumir productos de origen animal, nos permite transformar una dependencia que nos destruye (a nosotros, a nuestros seres queridos y al entorno al que pertenecemos), en una práctica de respeto hacia la existencia digna de todos los seres que habitamos este planeta. En este sentido, ser adictos en recuperación, ¡vale la pena!
*Compositora, activista por la liberación animal.
0 comentarios