Por: Dra. Hilda Nelly Lucano Ramírez, integrante de la Red Veganas Antiespecistas
Compañeras integrantes de la Federación Democrática Internacional de Mujeres:
En la Red Veganas Antiespecistas estamos convencidas, junto con ustedes, que es necesario participar activamente en la construcción de la historia, para crear relaciones sociales guiadas por valores que permitan la justicia, la autodeterminación y los derechos de las mujeres.
Para poder lograr estas nuevas y urgentes relaciones, hemos indagado sobre la historicidad de los supuestos que sostienen los regímenes sexistas, racistas, capitalistas, colonialistas y patriarcales: la objetivación y cosificación de la vida humana y no humana. Ambos supuestos permiten el uso, abuso, explotación y apropiación, principalmente de mujeres y animales porque nos asignan inferioridad moral y jurídica. La conclusión de estos regímenes es: animales no humanos y mujeres no pueden decidir sobre sus vidas; mujeres y animales existen para el beneficio del capital y de los hombres. Las bases del desprecio hacia los animales son herencias muy antiguas impuestas por los poderosos. Por ejemplo, en Occidente, comer carne es un signo de distinción de las clases dominantes desde por lo menos la Edad Media. Los nobles consumían los cuerpos de otros animales en largos espetones y grandes parrilladas expresando una correspondencia entre el poder patriarcal, el alimento y el estilo de vida[1]. Esta práctica culinaria basada en la ideología del poder fue impuesta a otros países a través del colonialismo. En América Latina y El caribe, el ganado fue introducido por los europeos y jugó un papel prominente en el despojo de tierras, la subyugación de los pueblos nativos y el desplazamiento de los grupos poblacionales de los valles más fértiles[2]. Desde entonces, las ideologías sobre las formas en cómo nos alimentamos han sido instrumentos de control. En México la élite porfiriana percibía como inferior la alimentación indígena basada principalmente en maíz, frijol, chile y calabaza[3]. Sin ninguna evidencia científica se dijo y sigue diciendo, que la alimentación basada en plantas es deficiente, un símbolo de atraso económico y de rasgos femeninos, esto es “débiles”. Por lo tanto, había que hacer creer a las masas que si se quería alcanzar poder y progreso se debían copiar las dietas cárnicas diseñadas en Europa y posteriormente la de los Estados Unidos[4].
En el capitalismo es común reducir a mujeres y animales a meras mercancías. Esto ha generado no solo injusticias de todo tipo hacia las mujeres, sino uno de los sufrimientos más barbáricos hacia millones de animales no humanos. En la infatigable obtención de ganancias y el afán de enriquecimiento se crean necesidades falsas envestidas de fijeza inmutable, sagrada e incuestionable[5]. Una de estas necesidades falsa es el comer los cuerpos y derivados de otros animales como la leche y el huevo. Cada año empresas transnacionales aumentan sus ganancias en el capitalismo a través del sometimiento, explotación, sufrimiento y matanza de vacas, cerdos, gallinas, pollos, ovejas, peces y otros animales. En esta relación mercantil se esconde una relación evidente: relaciones entre seres sintientes, entre animales humanos y no humanos. El rechazo de nuestra animalidad no nos permite comprender que en esta relación lo relevante es la capacidad de sufrir. Somos animales y poseemos con otros animales intereses comunes en no sufrir, no ser oprimidos, ser libres, autodeterminarnos, tener salud, bienestar y vivir.
Como mujeres en lucha, rechazamos y combatimos no solo el patriarcado, también las dinámicas de los opresores, dominadores, saqueadores y explotadores del planeta. En nuestra lucha asumimos el compromiso con todas aquellas mujeres que son y han sido mancilladas, violentadas y explotadas, pero también, con quienes han padecido los efectos de la ideología patriarcal y capitalista: los animales no humanos[6]. No olvidemos que el movimiento sufragista femenino en Gran Bretaña estuvo vinculado con el vegetarianismo y su oposición a la vivisección, pues era evidente que los animales eran otras víctimas de la barbarie masculina[7]. En nuestro contexto capitalista tenemos que tener siempre presente las figuras antagónicas amo-esclavo, varón-mujer y humano-animal, las cuales tienen en común la explotación, opresión, apropiación de cuerpos y el desprecio de lo no idéntico. De otra manera, si solo perseguimos la igualdad con el varón asumiendo sus ideologías patriarcales, el resultado será no solo que las cosas no cambien, sino además nutriremos las barbaries históricas ejercidas hacia los animales no humanos. En términos de los derechos de las mujeres, si no nos asumimos entre los seres oprimidos y devaluados, como son los demás animales, lo único que haremos es apoyar al estado capitalista patriarcal y aceptaremos acríticamente una igualdad y un empoderamiento basado en el uso y abuso hacia otras especies.
Hoy toca a las mujeres con conciencia de clase, género y especie, asediar al estado capitalista que está destruyendo la vida humana y no humana que habita sobre la tierra. Debemos saber, como Rosa Luxemburgo lo pensó, que la sociedad capitalista significa regresión a la barbarie[8]; que las experiencias inenarrables que viven millones de animales dentro de las granjas industriales capitalistas, demuestran que el patriarcado vive del horror al matar y comer a otros animales. Al abandonar estas prácticas tenemos la posibilidad de pensar y crear mundos más justos, donde existan también los mundos de los animales no humanos, mundos impensables para el patriarcado y el capitalismo[9]. Voy cerrando, la exigencia de Rosa Luxemburgo, de salir de la pasividad, de la realidad injusta, adueñarnos de nosotras mismas y construir la historia[10], sin duda también incluye liberar a los animales de la opresión humana. Ella también fue consciente de las experiencias de sufrimiento animal cuando en la cárcel experimentó el agudo dolor de unos búfalos domados a fuerza de golpes y sometidos a cargas excesivas y jornadas exhaustas. En palabras de Rosa:
“uno de ellos, el que sangraba, dejaba caer su mirada tristemente. Su aspecto y sus grandes ojos, tan dulces, tenían la expresión de un niño que hubiera sido severamente castigado sin saber por qué, y que no sabe ya qué hacer para librarse del tormento y de la violencia brutal. Yo estaba frente a la yunta, y el animal herido me miraba; las lágrimas que asomaron a mis ojos eran sus lágrimas. No es posible estremecerse ante el sufrimiento del más querido de los hermanos más dolorosamente de lo que yo me estremecí en mi impotencia ante aquel mudo dolor.”[11]
Con Rosa Luxemburgo afirmamos: No se pueden construir mundos de vida justa en medio de la barbarie. Para superar esto, tres rutas he planteado aquí a manera de esbozo. Primero, entender que la historia de la guerra contra las mujeres, corre en paralelo de la guerra contra los animales. Segundo, que la conceptualización ontológica de mujer y animal, tiene la misma raíz: la naturaleza que puede ser dominada, apropiada y consumida. Y, tercero, que se requiere una nueva moral-política que imagine y materialice nuevos mundos sin patriarcado ni capitalismo: un mundo donde quepan muchos mundos humanos y no humanos. Compañeras, es tiempo de saldar nuestra deuda con los demas animales víctimas inocentes del patriacardo capitalista.
Gracias.
Enviamos abrazos esperando que este primer acercamiento abra nuevos espacios de diálogo y de ser posible una lucha codo a codo en la busqueda de la liberación de todo ser orpimido, discriminado, explotado o asesinado arbitrariamente. Hasta pronto.
Bibliografía consultada:
Adams, C. (1990). The sexual politics of meat, A feminist-vegetarian critical theory. United States of America:
Bloomsbury.
Aguilar, S. (2008). Alimentando a la nación: género y nutrición en México (1940-1960). En Revista de Estudios
sociales, 29, pp. 28-4. Consultado en: https://www.academia.edu/646130/Alimentando_a_la_nación_género_y_
nutrición_en_México_1940_1960_
Barrera, N. (1996). Los orígenes de la ganadería en México. En revista Ciencias, 16(44), 14-27.
Basulto, J. y Cáceres, J. (2021). Más vegetales, menos animales, Una alimentación más saludable y sostenible.
México: Penguin Radom House.
Lucano, H, (2020) La lucha de las mujeres y la crítica a la violencia contra los animales, Revista Piezas en diálogo
filosofía y ciencias humanas,Nueva Época, Vol. XI, Num. 30, pp. 70-80.
________, (2024) “Crítica al patrioarcado capitalista: esbozo para un ecozoocialismo”, en Filosofía Feminista Intervenciones, Dinora López (coord.) México, Universidad de guadalajara.
________, (2024A) Escudriñar el pensamiento de Georg Lukács para la actual cuestión animal, Revista Piezas en diálogo filosofía y ciencias humanas, IIÉpoca, Vol. XV, Núm. 38, pp. 48-61.
Luxemburgo, R. (2017). La crisis de la socialdemocracia. España: Akal.
____________. (2019). Cartas desde la prisión. España: Akal.
Patiño, V. (1985). Historia de la cultura material en la América equinoccial. Colombia: Ministerio de Cultura.
Pío, J. (2013). La ciencia de la nutrición y el control social en México en la primera mitad del siglo XX. En Revista Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, 34(133), pp. 225-255. Consultado en: https://www.redalyc.org/
articulo.oa?id=13725610008
[1] Flandrin, J; Montanari M., 2004, p. 340-341. Basulto y Cáceres, 2021
[2] Patiño, 1985, Barrera, 1996.
[3] Aguilar, 2008.
[4] Pío, 2013.
[5] Lucano, 2020.
[6] Lucano, 2024.
[7] Adams, 1990; Leneman, 1997.
[8] Luxemburgo, 2017, p. 28.
[9] Lucano, 2024 A.
[10] Luxemburgo, 2017.
[11] Luxemburgo, 2019, pp. 250-251.

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