Este artículo explora el mecanismo psicológico que opera en muchas personas, para justificar por qué son capaces de comer “carne”, considerándose amantes de los animales. Quienes somos veganas antiespecistas, hemos aprendido a reconocer esa “disonancia cognitiva” y simplemente la contrarrestamos con nuestra práctica coherente de respeto por la vida y las necesidades de los demás animales. No le damos vueltas al asunto. No comemos carne y no consumimos (en un término amplio) ningún producto que provenga de la esclavitud y la explotación de los animales. Sin embargo, compartimos este artículo con ustedes para ofrecerles información que puede invitarlos a reflexionar con aspectos que consideramos básicos y, con suerte, a cambiar su relación con las y los demás animales.
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